martes, 3 de diciembre de 2013

Funciones de los vasos y el corazón

La conformación de nuestro sistema circulatorio es bastante compleja. Esto se debe a que la circulación humana tiene determinadas características para poder transportar nutrientes y oxígeno a cada célula del cuerpo, y recoger sustancias de desecho para eliminarlas por diferentes vías.


El sistema cardiovascular humano comprende un órgano impulsor de la sangre, el corazón, y un conjunto de vasos por los que ésta circula: arterias, venas y capilares. La circulación del ser humano se define como vascular, cerrada, doble y completa.
Las venas pulmonares son la únicas que
transportan sangre oxigenada (de los pulmones
al corazón). Las arterias pulmonares son las
únicas que llevan sangre carboxigenada
(del corazón a los pulmones).

Vascular: porque la sangre circula por vasos
sanguíneos.
Cerrada: porque la sangre no sale de los vasos
sanguíneos.
Doble: porque la sangre recorre dos circuitos, el
pulmonar o menor, y el corporal o mayor.
Completa: porque la sangre carboxigenada no
se mezcla con la oxigenada.

El doble circuito de la sangre

La sangre recorre dos circuitos: circulación mayor, sistémica o corporal, y circulación menor o pulmonar.

Circulación mayor. La sangre oxigenada es impulsada desde la aurícula izquierda hacia el ventrículo izquierdo, y de
allí pasa a la arteria aorta. Ésta se bifurca en arterias de menor calibre, arteriolas y capilares; así, la sangre recorre toda la superficie corporal y deja, a su paso, el oxígeno en las células. A su vez, la sangre se carga de dióxido de carbono producido en las células, por lo que se transforma en carboxigenada. Los capilares arteriales se prolongan con los venosos, los cuales se reúnen en vasos de cada vez mayor calibre hasta formar las venas cavas superior e inferior. Estas venas llevan la sangre carboxigenada hasta la aurícula derecha. Allí termina la circulación mayor y comienza la
circulación menor.

Circulación Menor. La sangre carboxigenada pasa de la aurícula derecha al ventrículo derecho, y de allí es impulsada hacia la arteria pulmonar. Esta arteria lleva la sangre directamente a los pulmones. En
los alvéolos pulmonares, tiene lugar el intercambio gaseoso o hematosis, y la sangre oxigenada vuelve a la aurícula izquierda a través de las venas pulmonares, donde finaliza la circulación menor.

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